Hay motivos de sobra para ilusionarse

Sin trampa ni cartón, Juan Ortega mostró ayer lo que a día de hoy es. Demostró que es un torero sobrio, clásico, profundo y de un valor seco por encima de lo normal. También demostró cual es su asignatura pendiente, "la Tizona".

Se torea como se es, andaluz de nacimiento pero castellano de corazón. El toreo de Juan es sobrio, muy sobrio, pese a su juventud y a lo “nuevo” que está se nota en sus formas que lo primero que busca es sentir él sus faenas, gustarse él mismo sin concesiones a “la galería”.

En su presentación en Madrid fue “a por todas”, aunque incierto el primero quiso hacer uso del quite que le correspondía, en uno de los primeros lances el de Algarra le lanzó un certero derrote, le hirió. Nadie en la plaza se percató.

Saltó el segundo de la tarde y Juan dio una lección de madurez ante un novillo “mediocre”, noblón y sin malas ideas, pero justo de clase y fuerza. Supo tirar de él, acertarle las distancias y la altura para cuajar una importante faena, con el temple como principal virtud y rematando las series con soberbios pases de pecho. Final doblándose muy toreramente. Si la espada cae en buen sitio triunfo rotundo, cayó baja.

Ni un gesto de dolor hizo el torero. Ni uno… pasó a la enfermería y antes de saltar a lidiar al quinto de la tarde los servicios médicos de Las Ventas emitían este parte sobre el estado de Juan Ortega: “Herida por asta de toro en tercio medio cara posterior de pierna derecha con una trayectoria ascendente de 15cm de extensión. Se practica cura oclusiva para posterior tratamiento quirúrgico al finalizar la lidia del quinto toro.

Y volvió a por el quinto, si el segundo tenía poca clase este ninguna. Juan lo intentó todo pero el novillo no tenía nada. De nuevo ni un gesto de dolor… de nuevo falló la espada.

Juan Ortega mostró lo que es, un valiente que quiere triunfar toreando, sin trucos ni ventajas. Sabiéndose herido quiso seguir en la plaza para enfrentarse a sus dos oponentes, quiso triunfar toreando como él lleva dentro sin que nadie más que él supiese el dolor que estaba sufriendo. Otros hubiesen querido sacar algún rédito a sus heridas… mucho mérito el gesto, detalle torero.

No sabemos lo que nos deparará el futuro, pero nos ha demostrado que en el presente hay motivos de sobra para ilusionarse.

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